jueves, 30 de diciembre de 2010

Relojes (2 de 2)

Y esto ya sí que me vuelve loco: una corrida de las buenas, en plena erupción, derramándose sobre  la mano del reloj de metal...


Una mano cani, con nudillos rozados, de albañil calorro...



Acércate, cerdo, que estoy deseando limpiarte con mi lengua.

martes, 28 de diciembre de 2010

Relojes (1 de 2)

Otro de mis fetiches lo constituyen los relojes en las muñecas de los tíos, sobre todo cuando son grandes y enormes y van acompañados de una manaza peluda. 





Por eso, si el de la foto de abajo me dice que se la mame, no pondré reparos en hacerlo; porque no podré resistirme ante la imagen de esas manos velludas y venosas, con ese primer plano del reloj que se aferra a una de ellas.



De la siguiente imagen me llama la atención el poder erótico, la fuerza de este cuerpazo desnudo sólo adornado con esa fina cadenita al cuello y ese pedazo de reloj que, junto con el puro, realza la virilidad del modelo. Hay que tener un pedazo de manaza para vestir un peluco así de grande y que te quede bien.




Al siguiente lo pongo porque sé que es el tipo de machote que más os mola. Fijaos en la pulsera de metal aferrada a ese antebrazo. Parece que el tío la mostrara para atraer nuestra atención. Farda de guapo y farda de relojazo.


 

Los relojes que más me satisface contemplar en la muñeca de un hombre son los de correa metálica, sin embargo hay otros menos llamativos que casi los igualan en morbo, y son los cutres de la marca casio. Un madurito buenorro que luzca un complemento tan feo y tan cateto es un tipo anclado en una imagen antigua y rancia a la par que sencilla, aspectos todos ellos que me atraen sobremanera.
save


viernes, 24 de diciembre de 2010

¡FELIZ NAVIDAD!

Desde dentro del pesebre, el Niño Jesús y yo os deseamos  
FELIZ NAVIDAD



jueves, 23 de diciembre de 2010

Dedo

Algunos tíos, esos que verdaderamente piensan sólo con la polla, no saben lo importante que puede llegar a ser estimularte el ojete antes de metértela.


Piensan que follar consiste simplemente en untarte el culo con un gapo, para que todo quede húmedo y deslizante; pero a veces no basta sólo con eso.




Aparte de que un tío que sepa manejar bien el dedo puede hacer que te corras de gusto sin necesidad de que te folle; y son muy pero que muy poquitos aquellos que saben hacerlo bien. Por cierto, ¡cortaos las uñas, cojones! Que a veces pienso que queréis hacer sushi con mi próstata...



Así que sirvan estas fotos como homenaje a los maestros del dedo. ¡Va por vosotros, cerdacos!


martes, 14 de diciembre de 2010

Empacho de pollas (1 de 2)

Otra fantasía que me queda por cumplir es la de un auténtico empacho de pollas. Quiero una fila de rabos frente a mí, una ristra de vergas en estado de reposo para ir metiéndomelas una tras una en la boca.

Pero no me refiero a esto:




Porque necesito tener acceso a los cuerpos para que mientras mame pueda aferrarme a las caderas, a los culos, a los huevos colganderos.




No deseo ver los rostros, pues no quiero nada que enturbie la atracción que sienta hacia la polla que voy a comerme. Si el tío en cuestión es feo, me dará igual porque lo importante será su miembro dispuesto para mi disfrute.




Las quiero flácidas para ir endureciéndolas con las caricias de mis labios.




Las quiero gordas para tener la sensación de que no van a caberme en la boca.





Las quiero de macho maduro.





Las quiero circuncidadas.






Las quiero sin circuncidar.











Quiero emborracharme de pollas hasta que me rebose la leche por las orejas.






save

martes, 7 de diciembre de 2010

Sobre compañeros de piso buenorros y calientapollas

Tener un compañero de piso buenorro es una tortura, una cosa mala, porque te pasas el día reprimiéndote las ganas de follártelo.


Cosa muy complicada cuando el tío, que es muy ordenado, se te pone medio en bolas para hacer las cosas de la casa; entonces le ves ese pecho-lobo, esos brazos, esa barriga de papi de fútbol de domingo y se te hace la boca agua al tiempo que tratas de ocultar la tremenda erección que te provoca su cuerpo semidesnudo


Te pasas todo el tiempo que no puedes quitarle ojo, pendiente de si se pone así o asao pare verle, aunque sea sólo un momento, el culo, el paquete, esos muslos que deseas recorrer con tus manos para agarrarlo de una vez por los huevos y decirle que no te puedes aguantar más y que le vas a arrancar los pantalones ahí mismo. 

Tu imaginación vuela y quieres imaginar que te dice que sí, de modo que acto seguido lo visualizas,  ya emputecido, patas arriba, con las chanclas haciendo equilibro en el dedo gordo de los pies mientras  por fin te lo follas.


Pero es falso; pues por supuesto no le dices nada y te encabronas viendo cómo, según tú, se te insinúa. Lo crees cuando se tumba en el sofá para ver el fútbol acomodándose, con esa cara de cerdo, justo desde donde alcanzas a contemplar perfectamente su redondeado paquete y uno de sus pies te apunta, desnudo y desafiante, como pidiéndote que se lo comas... ¿Será calientapollas?


sábado, 4 de diciembre de 2010

El día de la boda


A la hora del baile, los pequeños correteábamos a nuestras anchas alrededor de los mayores; entonces al pasar junto a ti, tus fuertes brazos me interceptaron, me atraparon y me alzaron hasta quedar mi cuerpo, aún casi de infante, suspendido sobre tus hombros.

Me resulta cómico pensar que me sostenías como el que porta un saco de patatas. Una de tus manos me sujetaba a la altura de las corvas; la otra me cogía por un brazo, casi haciéndome daño. Girábamos siguiendo el ritmo de la música. Girábamos y girábamos sin cesar y yo cerré los ojos sintiendo cómo el aire me revolvía el flequillo. No estaba acostumbrado a esas muestras de afecto, no.

Pero del mismo modo inopinado con que me alzaste en volandas me devolviste al suelo; te reíste a carcajadas, me diste un beso y te alejaste para ponerte a bailar. Aún recuerdo tu cara, tus ojos, tus dientes blancos. Durante un rato me quedé quieto, un poco mareado, observándote, sin entender muy bien qué había pasado.

No sé cuántas veces he rememorado aquel momento y no sabes cómo echo de menos tus besos, tus abrazos y tus caricias de gigante, tan escasas, que ya no volverán.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Una postura que me falta

Hay una postura sexual que no he practicado debido a que aún no he encontrado al hombre propicio; un hombre que sin más apoyo que su propio cuerpo sea capaz de sustentarme al tiempo que me folla, o mejor dicho, que sea capaz de manejarme, alzarme y recibirme con soltura en un punto exacto y concreto de su anatomía: su polla.

Habrá que tenerse en cuenta, además, que yo cabalgaría sobre sus rodillas egoístamente, con la conciencia obnubilada por el placer, avivando el movimiento de mis caderas para así recibir esa verga hasta lo más profundo de mi recto y sintiendo cómo mi culo se estrella contra unos huevos que no están diseñados para amortiguar los movimientos demasiados bruscos.


Aunque, más tarde, cuando tras correrse mi sodomizador hubiera perdido la fuerza por la polla, le concedería una tregua para que encontrase un punto de apoyo, una pared salvadora, mientras que con su rabo aún dentro de mí yo procediera a derramarme sobre su estómago.


save

Empacho de pollas (2 de 2)

Pero también me gusta que me den de mamar.





















save

miércoles, 1 de diciembre de 2010

A Lobo, un lector paracaidista

Un lector paracaidista es aquel que, de repente, un día, aterriza en el blog, lee lo primero que cae ante sus ojos y saca una conclusión equivocada.

En este blog, tanto los lectores que me honran con sus comentarios como yo mismo, nos dedicamos a ensalzar unos caracteres secundarios masculinos que son los que más nos gustan.




Ni este blog ni la persona que lo escribe son homófobos; por tanto,  del mismo modo que no consiento que se me llame racista por el simple hecho de que no me guste un hombre negro para mantener una relación sexual con él, tampoco voy a consentir que se me llame homófobo si no me atrae un hombre amanerado para la misma actividad.

Lobo, si fueses lector habitual de esta bitácora, habrías leído cosas como las que se dicen aquí, y comprenderías que en mi casa no se rechaza a ningún homosexual, sino todo lo contrario: soy el primero que aboga por la unidad de todos los homosexuales, independientemente de cómo sean. Ninguno me molesta, ninguno me estorba en la vida. Sin embargo, una cosa es la aceptación de todas las personas independientemente de su actitud y modos y otra muy diferente es que todos deban gustarme para el sexo. 




Este blog, en su fantasía, en su mundo no real, habla frívola y despreocupadamente sobre sexo entre hombres. Constantemente se ensalzan los valores masculinos y, como en todo engrandecimiento gratuito, por comparativa, hay otros hombres que resultan menos valorados, como el barbas que te ha hecho dejar tu bien recibido comentario. Sin embargo, si ha parecido que rechazo a los hombres amanerados, pido disculpas, pues ni ha sido mi intención, ni entra dentro de mi filosofía alejar de mí a alguien simplemente por que no cumpla unos requisitos, personales, subjetivos, para pasar un rato de sexo juntos.



Aprovecho para aclarar que este blog no habla de osos, ni va de dedicado a los osos. Este blog trata sobre hombres maduros y hombres rudos, viriles y masculinos; que da la casualidad de que son los que les gustan a los osos. Tampoco el que escribe se considera un oso, ni comulgo con la facción más extrema del mundo bear, la cual rechaza a otros homosexuales al considerarlos una amenaza, que dan mala imagen o que no pueden representar a la comunidad homosexual porque tienen pluma, son amanerados o les gusta vestirse de mujer. Si he de rechazar algo, rechazo ese modo de pensar.





Sin embargo, aunque opine así, me siento libre para decidir que no me gusta un hombre amanerado para llevármelo a la cama, ya que, repito, una cosa es que lo acepte tal y como es y otra muy diferente es que, debido a ello, tenga que hacer de tripas corazón y dejarme acariciar lascivamente por unas manos que no me levantan la libido en absoluto. No me considero homófobo por ello, pues. De todas formas, si alguien considera que yerro en mi modo de pensar, agradecería que lo argumentara, porque no me importa abrir el debate y que haya opiniones diferentes a las mías.



Si a ti, Lobo, te atraen sexualmente los hombres no rudos, amanerados y que se cuidan en exceso, me parece estupendo; pero has ido a visitar el sitio equivocado. Huelga decir que agradezco tu comentario, pues siempre me agrada que, desde la educación, se viertan opiniones sobre aquello que escribo.

Salud.