Cerdeando por ahí, he encontrado este papi que, no siendo de mi estilo, me da bastante morbo por la actitud en la que ha sido pillado en varias ocasiones.
Se ve que nuestro madurito protagonista de hoy tiene un problema, un problema que yo diría que se trata de rabitis y que consiste en que, cuando llevas poca ropa y estás en sitios públicos, no puedes evitar que se te ponga dura. Como, por ejemplo, al ir las primeras veces a una playa nudista: por mucho que lo intentes, no puedes dejar de pensar que estás en bolas, concentrando inevitablemente tu atención en tu polla desnuda, libre, al aire, siendo vista por todo el mundo, al tiempo que estás contemplando a tu alrededor, cual paraíso de las vergas, todos los rabos habidos y por haber.
Así lo vemos este día, como cualquier otro día conviviendo con su rabitis, en el que trata de apartarse sin éxito de las miradas cuando su polla decide que quiere reventar el bañador.
Lo cierto es que se alegra de haber conocido su miembro, y se lo toca, lo calibra, le propicia caricias consolándolo por no poder en ese preciso instante liberarlo y machacarlo como se merece.
Y es que lo tiene muy gordo y duro bajo la tela áspera del speedo.
Y este otro día podemos contemplarlo mientras se refresca en la ducha.
Aunque teniendo ese problema de rabitis aguda, más que refrescándose parece estar aprovechado los cómplices chorritos de agua para contentar a su capullo. Que si ahora me lo recoloco, que si ahora hago como que me lo limpio... Pero qué gustirrinín cuando impactan los goterones justo en la piel suave, tersa y turgente de la punta del rabo.
Y se aleja de la ducha sabiéndole a poco.
Y no me pongas esa lengua de cerdo mientras te tocas el paquete, cabronazo; que aunque no seas el papi de mis sueños, te aseguro que podría aliviar tu rabitis en un momento.