Seguramente, al pedalear se podrá ver cómo su paquete se contorsiona sobre el sillín, cómo los huevos sudados, blanditos, se estrellan contra el plástico negro. Seguramente le chorreará sudor por los muslos, un sudor caliente que olerá a macho. Seguramente dejará un momento la bici en el paseo, para bajar a la arena y darse una ducha refrescante. Seguramente no podrá resistir meterse la mano por dentro del bañador y enjuagarse los cojones para que no se le escuezan. Seguramente algún adolescente de hormonas enloquecidas lo estará espiando en ese momento y querrá adentrarse en el mar para hacerse una paja.
Soñé que la Tierra era invadida por millones de hombres fuertes, de pelo en pecho, que querían molestarme.
miércoles, 28 de enero de 2009
sábado, 24 de enero de 2009
El tractorista
Cuando llega el verano le encanta pavonearse subido en el tractor. Sale a los caminos sin camisa, con los tirantes del mono desabrochados, para lucir pelo. A veces incluso no lleva ropa interior, porque le excita sobremanera sentir en los huevos la vibración del motor; los huevos libres de ropa que bailan, primero pendulantes, más tarde duros como piedras, sobre el asiento caliente y sudado.
Si pasa alguna mujer, cualquiera, no duda en mascullarle obscenidades. A veces se agarra el paquete para enseñarle la polla enhiesta, siempre al borde de la corrida, y se ríe cuando la espantada de turno acelera el paso o le reprocha su actitud. Pero todo son farfulladas, para disimular, porque en realidad se muere de ganas de que le metan un buen rabo por el culo. Sin embargo, nunca se atrevería a insinuarse a ningún hombre; se conforma espiándolos, comiéndose con los ojos sus culos, sus paquetes abultados cuando se agachan, o imaginando que podría saborear la última gota de esa polla cuyo dueño ha puesto a orinar un poco apartado.
Si pasa alguna mujer, cualquiera, no duda en mascullarle obscenidades. A veces se agarra el paquete para enseñarle la polla enhiesta, siempre al borde de la corrida, y se ríe cuando la espantada de turno acelera el paso o le reprocha su actitud. Pero todo son farfulladas, para disimular, porque en realidad se muere de ganas de que le metan un buen rabo por el culo. Sin embargo, nunca se atrevería a insinuarse a ningún hombre; se conforma espiándolos, comiéndose con los ojos sus culos, sus paquetes abultados cuando se agachan, o imaginando que podría saborear la última gota de esa polla cuyo dueño ha puesto a orinar un poco apartado.
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microrelato
viernes, 16 de enero de 2009
Ay, esas barbas
Un hombre con barba es fácil que me atraiga, que llame enseguida mi atención y que despierte mi libido. No puedo resistirme a una barba, a la necesidad de aferrarme a ella con ambas manos y arrastrar hacia mí la boca que deba dejarme sin aliento. No soy objetivo, no importa que el vello facial disimule un rostro poco agraciado. Donde se ponga un hombre con barba que se quiten todos los demás.
lunes, 12 de enero de 2009
jueves, 8 de enero de 2009
martes, 6 de enero de 2009
Un capullo redondito
Me encanta su piel morena, su torso natural; ese pelo negro, ralo, que no llega a cubrirle la frente; los michelines que le rebosan por encima del bañador; las manos fuertes, nervudas; y ese aire distraído, ajeno a la mirada de deseo que ha captado esta foto.
Pero lo que más me gusta, como no podría ser de otra forma, es ese capullo gordo, redondo, aplastado bajo el naylon y que está pidiendo a gritos que me lo coma.
Pero lo que más me gusta, como no podría ser de otra forma, es ese capullo gordo, redondo, aplastado bajo el naylon y que está pidiendo a gritos que me lo coma.
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sábado, 3 de enero de 2009
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