Me he dado cuenta de que me encanta ver tíos montados en colchonetas. Ya hablé hace un tiempo de este tema, pero no he podido evitar repetirme.
Mira esa polla chorreando, ese capullo desvelándose bajo la tela mojada. Hum... qué mamadón podría llevarse el de las gafas de espejo.
Uf, me encanta ese hoyito al final de tu espalda.
Menuda raja, toda peluda. ¿Quieres que te la coma un poco?
Me encanta que seas tan cerdo; que te metas los dedos en la boca, aunque todo aquel que te vea se entere de que tienes ganas de mamármela.
Y es que cuando el sol me calienta los huevos me pongo muy verraco y necesito pasarme a alguien por la piedra.
savesave
Interesante....... Nuca había pensado en aislar el concepto de colchoneta hinchable. Creo que para cuando un papi la usa ya me ha puesto a mil, así que no le veía gracia especial. Pero ahora que lo comentas, la sensación de abandono, el hecho de que ofrecen todo su cuerpo a tu vista generosamente y los maravillosos efectos de la humedad son una gozada ;)
ResponderEliminarSí, sobre todo, eso: la humedad, el contemplar las matas de pelo chorreando, pegadas a la piel, en una imitación no odorífera del sudor corporal.
ResponderEliminarUn beso