Estás derrengado después de pasarte toda la noche repartiendo regalos, mentiras, ilusiones materiales. Déjame servirte, ser tu criado sólo por esta noche. Te lo mereces.
Empecemos por los pantalones. Quiero ver tus muslos, recorrerlos con mis manos, apretarlos fuertemente para contemplar el surco rosado que mis dedos van dejando sobre tu piel.
Permíteme que te desabroche la camisa. Quiero colmarte de besos, estoy ansioso por hundir mi rostro en tu pecho, en tu torso caliente y sudoroso del que mana ese delicioso olor a macho. Hum... Me encanta sumergir la nariz en tu ombligo.
Empecemos por los pantalones. Quiero ver tus muslos, recorrerlos con mis manos, apretarlos fuertemente para contemplar el surco rosado que mis dedos van dejando sobre tu piel.
Permíteme que te desabroche la camisa. Quiero colmarte de besos, estoy ansioso por hundir mi rostro en tu pecho, en tu torso caliente y sudoroso del que mana ese delicioso olor a macho. Hum... Me encanta sumergir la nariz en tu ombligo.
Y dejaré para el final la parte que más me gusta. Porque no hay nada como el olor de los calzoncillos de un hombre después de una larga jornada de trabajo. Me vuelve loco poder morderte la polla por encima del algodón. Dentro de poco se pondrá dura como el mármol y yo la chuparé absorbiendo el sabor de tu orín, que se filtra a través de la tela blanca.