viernes, 29 de enero de 2010

Mi lengua, tu slip



Comenzaré por tu cuello, estrellando mi aliento en tu piel casi sin rozarte. Bajaré hacia tu pecho propinándote pequeños mordiscos y me recrearé en los pezones. Me encantan cuando se te ponen duros y se resisten a los envites de mi lengua. Hundiré mi boca en tu ombligo, allí donde está salado y huele a ti.

Te bajaré un poquito la goma del slip y mi lengua empezará a humedecer poco a poco la zona. Mis dedos seguirán bajando la prenda lenta, parsimoniosamente, casi sin que te des cuenta, hasta que queden esos huecos a la altura de la ingle por los que empezar a explorar. Por un lado puedo acariciarte la ingle, haciendo pequeños círculos, de arriba a abajo y terminado en la base de los cojones; por el otro ya habrá llegado mi lengua, que también querrá humedecer la otra parte de tu entrepierna, con cuidado de no rozarte las pelotas, ni la polla.

Y la polla... espero que para entonces la tengas dura como un piedra y que te mueras de ganas de que te la coma. Pídemelo y te haré la mamada del siglo.

martes, 26 de enero de 2010

Buscando la granja


Sólo recuerdo que iba conduciendo y de repente la cabeza me empezó a dar vueltas; luego abrí los ojos y aquel hombre estaba allí, hablándome desde el exterior del coche. Llevaba la camisa abierta hasta el ombligo y no pude evitar clavar mi mirada en su pecho peludo, negro, recorrido en la vertical por una franja blanca que moría en el vientre. "¿Muchacho, estás bien?" Me decía aquel barbas de campo al otro lado de la ventanilla, mientras con una de sus manazas me zarandeaba la cabeza. Me sentía tan aturdido que ni siquiera podía responderle. Parecía tener conciencia sólo para aquel pecho que me llamaba, que me mantenía hipnotizado, que me resecaba la boca.

"Tengo sed", acerté a decir. Entonces el barbas empezó a reírse. "¿Sed?, ¿has dicho que tienes sed? Pero ¿de qué exactamente?" Su mano enorme penetró de nuevo a través de la ventanilla estrellándose en mi pecho. No le fue difícil bajar hacia la entrepierna, lubricada por el sudor de mi piel. "¿Qué es lo que tienes aquí, eh?", escuché que decía, al tiempo que me aferraba el sexo, el cual debía estar erecto desde hacía un buen rato. "Yo voy a apagar tu sed, niñato de mierda. No te preocupes."

Me sacó del coche como el que porta un saco de patatas y me estrelló, de espaldas, contra el capó. A los pocos segundos sentía ya el pantalón deslizándose hacia mis tobillos. Escuché que un escupitajo salía de aquella boca, tras mi nuca, y una cosa muy dura empezó a trastearme por el culo. "¿Es esto lo que quieres, cabrón? Va a apagar tu sed este pedazo de polla que te voy a meter por el culo. No te resistas y abre el ojete, niñato." Y bien que me entró aquella verga, del tirón, sin apenas avisar.

jueves, 21 de enero de 2010

Esa bata...

Qué sexy te encuentro con la bata, qué morbo me das cuando la llevas así, entreabierta, sabiendo que debajo no llevas absolutamente nada. Se me van los ojos tras ese pecho negro, insinuante, mostrado sólo un poco pero que basta para ponérmela dura.

Y además ese bigote... Cómo me ponen los machos con bigote. Qué placer ser recorrido por esos pelos recios que van raspando la piel justo por donde antes ha pasado una lengua que lo deja todo chorreando. Hum...


jueves, 14 de enero de 2010

Te crees muy macho


Eres un buen compañero de trabajo, pero cuando te pasas de cervezas te vuelves muy gilipollas, siempre haciendo chistes aludiendo que me gustan los tíos. Te crees muy macho viniendo a mi sitio, garrafa en mano, y repitiendo por enésima vez que si no necesito un poquito de lubricante. Lo que no sabes es que te tengo ganas y que, borracho como estás siempre, no me costaría ningún trabajo arrastrarte a la letrina. Allí íbamos a ver quién de los dos necesitaba lubricante, pedazo de hijo de puta. Pero no, mejor nada de lubricantes, porque me gusta meterla a pelo. Te iba a meter la tranca del tirón, hasta los huevos, para escucharte gritar como una perra. Y ahí sí que me iba a reír yo.

martes, 12 de enero de 2010

Tiaco sin camiseta

Si me pones burro con camiseta, no te quiero ni contar la presión que han de soportar los botones de mi bragueta cuando te veo sin ella. No me apuntes con esas tetas y no me pongas esa boquita de cerdo porque me abalanzo hacia ti, como una bestia en celo, y te como a bocados. Que no puedo resistirme ante semejante mata de pelo blanco, cabrón.





jueves, 7 de enero de 2010

La rajita del placer


Hay períodos en los que parece que a uno se le cierra el ojete, de modo que ni por asomo apetece que le hurguen por ahí. Sin embargo, hay veces que sucede todo lo contrario y está uno tan deseoso de que lo follen, que cualquier roce en el culo hace que te excites como un perro en celo. Me pasa, por ejemplo, cuando dejo que el chorro de la ducha me caiga en la rajita del placer. Hum... el hoyito se vuelve sensible, cálido, y no es capaz de saciarse con el tacto del agua porque lo que necesita, urgentemente, es una buena polla que entre y salga y le dé lo que necesita.

martes, 5 de enero de 2010

Descamisado

No sé cómo no tienes frío andando por la casa descamisado. Pero para qué te voy a mentir: en el fondo disfruto viéndote así. No puedo reprimirme las ganas de abrazarte por la espalda, recorrer con mis manos tu pecho hasta notar los pezones duros como piedras; tan duros como mi polla, que al sentirse cerca de tu culo se altera y quiere taladrarte el pantalón.

Déjame que te folle por detrás mientras te apoyas en la ventana...