En tus períodos más largos de ausencia, trato de controlarme y de racionar las reservas de tu leche, pero a veces estoy tan caliente que no puedo resistirme a la llamada de la nevera; entonces me tumbo sobre la cama, sobre el sofá o sobre el suelo mismo y dejo que tu lefa congelada acaricie mi cuerpo desnudo.
Guío los gélidos cubos, lentamente, por mi entrepierna, por mi vientre, por mi pecho. Enseguida mi calentura hace que las piezas se fundan y me va llegando el olor dulce y suntuoso de tu leche de macho; y me lo restriego por los pezones, por la cara, por los labios y hasta chupo con fruición ese gel que has ido atesorando a golpe de mano para mí, sólo para mí.
Guío los gélidos cubos, lentamente, por mi entrepierna, por mi vientre, por mi pecho. Enseguida mi calentura hace que las piezas se fundan y me va llegando el olor dulce y suntuoso de tu leche de macho; y me lo restriego por los pezones, por la cara, por los labios y hasta chupo con fruición ese gel que has ido atesorando a golpe de mano para mí, sólo para mí.
Cada cual guarda y regala los tesoros de suyo y tuyo: generOsos y avaros hay en todas partes.
ResponderEliminarPero el maduro de las fotos me confirma que, aparte de pelos y mente, un hombre atractivo debe poseer y lucir una mirada excitante.
Una mirada excitante y una sonrisa pícara, que te haga saber que el dueño de esos ojos te lo hará pasar realmente bien.
ResponderEliminarUn beso