Cuando ya era demasiado tarde, empezó a decirme:
"Ahora no te rajes, cabrón. ¿No querías que te follase? ¿Qué cojones quieres, si no? No me gustan los putos calientapollas, así que ahora te aguantas. Y abre bien el culo porque todavía te la puedo meter más honda. ¡Te voy a hacer polvo la próstata, calientapollas de mierda!"
Y entonces cerré los ojos.
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