Me das mala vida, me tratas como un perro y me follas como si fuera un muñeco, un ser inanimado entre tus brazos de acero puro. A veces, cuando me estás porculizando salvajemente, miro tus ojos inyectados en sangre y me das miedo. Escucho tus bufidos, siento tu aliento estrellándose en mi pecho como una ráfaga de aire infernal y tengo la sensación de que no eres humano. Eres el mismísimo demonio, pero me follas tan jodidamente bien que no tengo huevos para alejarme de ti.
vaya cabrón
ResponderEliminarAugusto