Joder, cómo me encanta restregarte el jabón, recorrer con mis manos tu pecho, tu espalda; detenerme luego entre tus piernas, en ese ojete tan jugoso en el que se va perdiendo, primero, un dedo, luego dos, y hasta tres, si te dejas.
Y qué suaves se te vuelven los huevos. No me canso de masajearlos y de estrujarlos hasta que se te ponen duros y se me escurren de la mano.
Pero lo que verdaderamente quiero, cuado te voy acariciando la polla con la mano enjabonada, es que me la metas; que me pongas contra los azulejos, te eches encima de mí y me folles sacando de ti la bestia básica que llevas dentro.
pues a mi me encantan unos grandes huevos para acariciar con jabón o conlubricante y bien afeitados para mamarlos
ResponderEliminarAugusto
Pero cómo has conseguido tantas fotos de semejante monumento? Aún resultará que además tienes su correo electrónico y número de teléfono........
ResponderEliminarLas he conseguido robándolas de donde no debo (no soy como tú, según he leído en la política de intenciones que has publicado en tu blog).
ResponderEliminarNo tengo ni su teléfono, ni su dirección de correo electrónico, pero sí más fotos... Je, je.
Un beso.