jueves, 8 de julio de 2010

El ajedrecista




Mientras esperaba el obligado receso de la digestión, me gustaba acercarme a aquella sombra bajo la que se refugiaban siempre los mismos hombres. Solía haber más chavales que se quedaban en pie, mirando el lento discurrir de las partidas de ajedrez. Pero estaba aquel madurito que me llamaba sin gestos, sin palabras, sólo con la exhibición de su cuerpo en bañador.

Yo permanecía en pie como los otros chavales, sólo que mis ojos no estaban fijos en las fichas, sino en sus piernas, en su pecho y en sus brazos cubiertos de pelo. Me entraba un no sé qué cuando abría las piernas y podía observar los pelos rizados, chorreando en sudor, que poblaban sus ingles.

Y hacía tanto calor...

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4 comentarios:

  1. ¿Sabes lo que más me tortura? Imaginar a su contrincante :P

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  2. Al otro lado estaba un tío clavadito a Bob Hoskins. Permanecía con las piernas abiertas, de modo que se le podía ver el forro de su corto bañador. ¡Y vaya forro!

    Un beso.

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  3. Gracias por la visita, tu blog es fuente inagotable de inspiración...

    Besos, y felicidades por la victoria, ¡a salir a festejar esta noche!

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  4. Gracias a ti también por la visita, la Pucha.

    Un beso

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