"Menos mal que nos han dejado solos", me decía, una vez su mujer se alejaba por la orilla junto a las demás féminas. "Así podemos charlar sobre lo que queramos sin que nos molesten, ¿verdad?" Y entonces empezó a hablarme de las tías que le gustaban, a mí, como si yo no supiera que estaba al tanto de que me tiraba la carne y no el pescado. Pero allí seguía, enumerándome todas aquellas famosas que lo ponían burraco, supuestamente, pensaba yo... Siempre había sabido que a aquel cabrón le gustaban los rabos más que a mí mismo y me daba cuenta de que detrás de la conversación de las tías había un deseo oculto de hablar conmigo sobre sexo.
¿Quería aquel tipo provocarme?, ¿quería ponerse cachondo porque le daba morbo un tío como yo? El caso es que empezó a ponerse nervioso: lo notaba porque mientras me hablaba abría y cerraba las piernas sin parar. Él estaba sentado en una silla y yo permanecía frente a él, sobre mi toalla, asistiendo a aquel movimiento de piernas que provocaba ya cambios de volumen en su paquete; aquel paquete que a mí tanto me gustaba, demasiado. Abrí las piernas para que pudiera contemplar el mío y, como no podía ser de otra forma, pronto sus ojos cayeron en esa trampa tan fácil.
Aquel tío quería jugar y a mí no me importaba darle juego. Se trataba de un maduro que me daba cierto morbo, aparte de que mi cabeza no dejaba de imaginarse su bigote hurgando entre mis nalgas. Decidí hacerle preguntas que lo desestabilizaran para llevarlo a mi terreno. Porque soy un provocador; porque para que me calienten la polla, la caliento yo primero.
"¿Y tú qué querrías que te hiciera esa rubia periodista que me has dicho que te pone?", le dije, de pronto. Se quedó un poco sorprendido y se limitó a sonreír tímidamente. "Venga, no te cortes conmigo. Dime qué te gustaría que te hiciera esa tía". Volvió a dudar, pero al instante parecieron iluminársele los ojos. "Pues quisiera que me la chupara", respondió entonces, sin dejar de abrir y cerrar las piernas. "Me gustaría que me la mamara porque me encanta que me la chupen y mi mujer no me lo hace". El tío se ponía cachondo mientras se confesaba conmigo y yo notaba que se le estaba poniendo cada vez más dura; que su enrome polla se le empezaba a hinchar escandalosamente dentro del speedo. Yo me inclinaba hacia detrás en mi toalla, abriendo cada vez más las piernas, provocando a aquellos ojos.
"¿Y tú qué le harías a ella?", volví a preguntar. "¿Yo...?", empezó a reír. "Se la metería por el culo", decía el muy cerdo, mientras su paquete había alcanzado ya su máximo esplendor y no apartaba la mirada de mi bulto.
Entonces me di cuenta de que algo iba a volver la situación completamente a mi favor. "Creo que tienes un pequeño problema", le espeté, esbozando una sonrisa maligna. "¿Cómo?". La boca de mi acompañante dudaba entra sonreír o permanecer apretada en una mueca de preocupación. "Creo que tienes un problema", reanudé mi ataque, "porque llevas unos speedo cuyo color no va a disimular la mancha de baba de tu polla". Y antes de que pudiera decir nada, ya le estaba lanzando una toalla al regazo. "Toma, cúbrete con ella y hazte la paja que estás deseando hacerte."
Quizá fuera porque estaba más caliente que una plancha o porque el tono claro y directo de mis palabras le confirió confianza, que el tío me hizo caso echándose por encima de las piernas la toalla, tensándola en su caída sobre los brazos de la silla. Sus manos quedaron bajo la tela y pronto percibí el movimiento inconfundible de la masturbación.
Y cómo me miraba aquel tío, con la boca entreabierta, mientras no dejaba de darle a la zambomba. Hasta que no me pude aguantar más y le dije "A ti lo que te pasa es que te van los tíos y lo que realmente deseas es mamármela y que luego de la meta por el culo, so cerdo", y entonces soltó un gemido y así supe que se había corrido.
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Can you hear the sound of my lips smacking as I think about getting between the legs of these hot daddies!
ResponderEliminarI see your lips and your tongue licking that furry groins.
ResponderEliminarHum...
Kisses
¡Joder tío! Me largo una semana de vacaciones y, nada más volver, leo esta historia y me haces gotear el rabo.
ResponderEliminarSinceramente, creo que es uno de tus mejores relatos.
Sigue así, pedazo de cabrón.
Un besote.
Y eso que cuando lo publiqué pensé que no te iba a gustar nada...
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo Bandidoso.
Un beso.
Me gusta me gusta... :) Sobre todo ese fondo de verdad pura con el que todos nos sentimos identificados!
ResponderEliminarLlevo un rato dándole vueltas y... ¿a qué fondo de verdad te refieres exactamente? El calor, digo los calores, me tienes un poco desorientado...
ResponderEliminarUn beso
El primero tiene un rico rabo, se me hace agua la boca
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