Me ponen muy burro las fotos de estos tíos entre las rocas. Me imagino sus cuerpos sudorosos, brillantes, expuestos al sol. Parecieran crías de galápago varadas intencionadamente en la playa, esperando ser devoradas por los pajarracos del lugar.
Qué placer debe sentirse al acariciar sus torsos recalentados, con esos pectorales cubiertos de pelo empapado en su propio sudor. Pero cuando los tocas ya no son indefensos tortugas recién nacidas, sino tritones que te embaucan rápidamente con sus susurros al oído: "tócame, acaríciame la polla, quiero que me folles". Hablan tan bajito que no puedes estar seguro de si son ellos lo que emiten esas palabras o si se trata de una alucinación, fruto de la mezcla del cegador deseo con el murmullo del romper de las olas.
Los tritones te atrapan y te arrastran a sus huecos escogidos en el roquedal. Pretenden que creas que son tus víctimas y que están sentenciadas por el macho cazador: "No, no me hagas daño, por favor. Métemela con cuidado, con cuidado, oh..."
Cómo me pone el olor dulzón de sus espaldas cuando los empalo por detrás.
Pues conozco yo en Altea una cala rocosa donde poder hacer realidad estas fantasías. ¿Te vienes?
ResponderEliminarTe invito.
Lo siento mucho, pero mi papá siempre me dice que no tengo que darle la mano a hombres desconocidos.
ResponderEliminarAll I can say is, "YUM."
ResponderEliminarLo de los pezones del primero es brutal. Y el comecome que me empiezan a despertar los speedo no es normal. Al final me pondrá todo, así en general. No se puede ir tan salido :(
ResponderEliminarNealsdown: yum,yum,yum...
ResponderEliminarConmaduros: al final la cabra siempre tira al monte...
ResponderEliminarUn beso